En el recurrente territorio literario conformado por los recuerdos de la infancia, las memorias personales ficcionadas o las autobiografías de estilo libre, se corre el riesgo de escribir lo mil veces escrito dejando al lector con gesto de "esto ya lo he leído, ¿y qué más?".
Por eso El origen de la tristeza, de Pablo Ramos, merece mis más sinceros y modestos elogios. Este primer (son un total de tres) volumen autobiográfico del sorprendente (ha sido un gratísimo descubrimiento) escritor argentino me ha atravesado de arriba a abajo, sacudiéndome anímica y literariamente. Como sólo hacen las obras que a uno le incitan a salir al balcón de su casa y gritar: ¡lean a Pablo Ramos!
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Portada de El origen de la tristeza |
El libro nos cuenta retazos de las vivencias del joven Gabriel (alter ego del autor) en su Avellaneda natal. Recuerdos de un niño que deja de serlo y empieza a entender que el juego de la vida parece irremediablemente destinado a dejar de ser precisamente eso, un juego.
El recurso narrativo elegido es una de las razones que me han cautivado. En contra de la norma literaria, los recuerdos reales de nuestra infancia no forman parte de un todo continúo, no son un rollo de película que poder proyectar ni organizar secuencialmente en capítulos. En El origen de la tristeza, como en la vida, uno recuerda episodios aislados que, por el acontecimiento traumático que les rodea, quedan registrados como si de un trozo de la película continúa antes mencionada se tratara.
De esta manera, el narrador nos cuenta tres de esos episodios, dicontínuos en el tiempo (hay diferencia de meses, años quizá entre ellos), que incluso podrían formar parte de relatos independientes. Sí, podrían haber formado parte de momentos narrativos diferentes. Unidos en un sólo libro logran la magia, la perfección de una vida contada uniendo trozos de la memoria del narrador.
El primer cara a cara con la muerte, el valor de la amistad sin importar la edad, la pérdida de la inocencia (no la obvia, la vulgar, sino la otra, la que borra la sonrisa inocente del niño que quiere que le dejen seguir siéndolo, el cara a cara con la decepción, no con la propia, sino con la de un padre y una madre que por primera vez gritan (sin hablar) que ahora son ellos los que nos necesitan, lo que necesitan ser comprendidos.
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Pablo Ramos |
Eso es El origen de la tristeza. Un relato lúcido y honesto contado en tres actos en los que Pablo Ramos (nos) ha entregado parte de sus secretos más profundos. Esa generosidad suele tener recompensa, y en esta ocasión es una obra que marca un camino y que abre otros. ¿cuáles? Supongo que los otros dos volúmenes que componen esta suerte de autobiografía (La ley de la ferocidad y En cinco minutos, levantaré María) me darán las respuestas.
Un libro editado en España por Malpaso, en una bella y sencilla edición, norma de la casa. El origen de la tristeza se resume en su perfecto final. Aquel en el que el niño, como el adulto, incapaz de llorar ante la pérdida y el dolor sufrido, busca, resignado, una excusa para hacerlo. Como si a veces uno llorase sin saber que no llora por el presente, sino por las lágrimas que en el pasado no pudo derramar.
Leyendo la reseña se nota tu entusiasmo, y esa es la mejor recomendación. Anotado.
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