2015 nos dejó un puñado de grandes libros, entre ellos una de las mejores autobiografías de los últimos años, En movimiento, del escritor y neurólogo Oliver Sacks.
Antes de traeros el libro al blog (publicado por Anagrama), cosa que haremos muy pronto, nos parecía obligado rendir un merecido homenaje al autor reseñando una de sus obras más conocidas. La elegida ha sido la primera suya que leí, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, publicada, como la totalidad de su obra en castellano, en Anagrama.
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Portada de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero |
Universalmente conocido como el gran divulgador-narrador de la enfermedad mental más allá de los estigmas tradicionales, sus obras se han convertido en auténticos clásicos, referentes para entender mejor desde posiciones innovadoras al enfermo mental, a la importancia del entorno para sus progresos y en la necesidad de una búsqueda constante de métodos médicos innovadores. Musicofilia (el poder de la música y sus beneficios médicos), Despertares (del que surgió una gran película) o el libro del que hoy os hablo son sus obras más conocidas.
En El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, Sacks recorre los casos más representativos de su carrera médica, los que le pusieron a prueba y los que le obligaron a explorar nuevos métodos en la búsqueda de una nueva forma de entender la medicina (la tradicional no respondía a sus preguntas).
Los casos son sobrecogedores, inquietantes y difíciles de asimilar como verosímiles si no se tratara de historiales clínicos reales de pacientes tratados por Sacks.
En la primera parte, Pérdidas, Sacks nos introduce en casos en los que el paciente ha perdido un elemento sensitivo que le impide tener plena conciencia de la realidad que le rodea. El caso más sorprendente es el que da título al libro. Un hombre que de manera repentina perdió la capacidad de reconocer objetos, caras, lugares al dejar de asociar formas o elementos reconocibles con otros elementos vistos y conocidos antes. El título hace referencia a una anécdota vivida en la consulta, cuando al despedirse el paciente trató de "ponerse" a su mujer como si fuera un sombrero.
En el segundo capítulo, Excesos, los pacientes presentan el signo contrario, una sobresensibilidad del entorno que les rodea. El síndrome de Tourette, como caso más representativo, es planteado por Sacks de una forma diferente y controvertida a la tradicional. El paciente no es tratado como un enfermo, sino como un ser hipersensible cuyo exceso de percepciones hay que canalizar.
En la tercera parte del libro, Arrebatos, se exponen los casos de pacientes con episodios de trastorno puntuales que transforman o condicionan su vida. Casos tan extraordinarios que por ese carácter casi único no han merecido la atención de la ciencia.
Por último, el capítulo El mundo de los simples, expone de forma conmovedora el tradicional retraso mental. El tratamiento que Oliver Sacks da a estos pacientes y su forma de mostrarnos sus avances nos hacen replantearnos todos nuestros juicios previos. Lo adecuado de llamar retrasados a personas que demuestran una sensibilidad fuera de lo común para las artes o, como en el extraordinario caso de Los gemelos, capaces de calcular a qué día de la semana correspondía cualquier fecha de los próximos cuarenta mil años, cuando es un cálculo complejísimo hasta para un potente ordenador.
Los casos de Sacks tienen especial fuerza porque no tratan de demostrar nada. Algunos no tienen cura (o al menos no la han tenido), o incluso han tenido un desenlace trágico. El neurólogo nos los muestra con sus luces y sus sombras, nos ayuda a entender que la realidad es a veces singular y compleja, y que acercarse para comprenderla nos ayuda en general a ser mejores. La enfermedad no tiene por qué ser lo si se aprende de ella y con ella. Los ejemplos de pacientes que son felices con ella (no a pesar de ella, sino con ella) son ejemplos de vida y de futuro.
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Oliver Sacks |
Leer a Oliver Sacks es un ejercicio de crecimiento moral obligado. Os recomiendo que os acerquéis a su obra. También a su biografía, soberbia, rica en experiencias y magistralmente narrada. Para ello os emplazo aquí, porque el libro merece espacio propio.
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