Siempre he pensado que los libros de relatos son la mejor carta de presentación para un escritor. También la más difícil, la de mayor exposición. No ya sólo por el hecho de abordar varias historias, condensarlas por la necesidad del formato, que éstas capturen la esencia de la literatura del autor en unas pocas páginas.
Como digo, no sólo eso, no es suficiente con reunir relatos sin más. Se trata de proponer un discurso único que desde el primer al último relato, tracen unidos algo superior, como en una sinfonía el compositor consigue con cada una de sus partes.
El relato por tanto debe funcionar tanto sólo como en el conjunto. Esa es, en mi opinión, la doble dificultad del libro de relatos, y lo que diferencia a éste de una simple recopilación, donde esa coherencia del discurso global puede pasar a un segundo plano.
Como lector entusiasta del libro de relatos como género comencé la lectura de Líos, del desconocido para mi Justin Taylor, que publica Alpha Decay, magnífica editorial que suele sorprendernos con propuestas narrativas diferentes, casi siempre interesantes. Con Alpha Decay descubrí a Blake Butler (Nada. Retrato de un Insomne), a Micah P. Hinson más allá de su música, a Miqui Otero (Hilo Musical).
Tengo más ejemplos, pero creo que la muestra es suficiente para entender que cada nueva propuesta de Alpha Decay debe ser tener tenida muy en cuenta por todo lector explorador de nuevas propuestas.
Líos está formado por doce relatos que me han dejado pegado al sillón durante horas. En ellos los protagonistas parecen encontrarse en un punto de inflexión, en esa etapa de nuestras vidas donde experimentamos el paso de jóvenes adultos a adultos sin más. El momento en el empiezas a notar que llegó el fin del juego y cada acción, cada decisión, no sólo tiene consecuencias sino que se convierte en nuestro yo definitivo (si es que existe tal concepto). Como dice uno de los personajes del libro: Cada elección nos hace y nos rehace.
El devenir de un grupo de amigos a lo largo de los años, un joven que, metido en un ridículo disfraz de seta, trata de sobrevivir en un empleo precario, las confesiones de una pareja a punto de casarse (esas confesiones que es mejor no hacer), la relación entre un joven y dos gemelos (y la evolución de esta a lo largo de los años), el día siguiente a una separación...
También encontramos dos historias no protagonizadas exactamente por jóvenes, aunque la juventud es en cierto modo parte de la historia). La vejez como estado transitorio, recordándonos lo que a veces olvidamos, que ellos también han sido jóvenes, como nosotros.
Los relatos de Justin Taylor no terminan, las historias que nos cuentan quedan suspendidas, como esperando que continúen, ya sin la luz y taquígrafos que les supone estar escritas en un libro. En este sentido veo en sus relatos algo de Raymond Carver, también de Faulkner. Nadie como ellos ha sido capaz de mostrarnos de manera más certera los aspectos más rugosos del alma humana.
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Justin Taylor |
Me he quedado con ganas de seguir leyendo a este autor. Le haré un hueco a su primer libro de relatos, Aquí todo es mejor, o probablemente a El evangelio de la anarquía, su primera novela, ambos publicados también por Alpha Decay. Más pronto que tarde tendréis noticias de estos libros, os lo garantizo.
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