La publicación de un nuevo libro de Rafael Chirbes hubiera sido en otro tiempo uno de los acontecimientos literarios (y personales) del año. Sin embargo, el contexto que rodea a París-Austerlitz generaba dudas (al menos a mi) sobre la repercusión real de este libro: o era mucho más relevante que un libro más de Chirbes o por el contrario podría formar parte de esas obras condenadas a la condición de rarezas.
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Portada de París-Austerlitz, Anagrama (2016) |
Las circunstancias de la publicación alimentaban este escepticismo. Por un lado, Chirbes ha muerto, y por otro (evidente consecuencia) este es el último libro del autor. Los que amamos la literatura del autor valenciano nos hemos amarrado a esta esperanza: volver a leer a Chirbes, a un Chirbes inédito, nos producía una enorme dicha.
El posicionamiento de Anagrama, editorial inseparable de la obra del escritor, no deja lugar a dudas: "Rafael Chirbes dio por terminada Paris-Austerlitz en mayo de 2015, meses antes de su fallecimiento, tras veinte años de escritura abandonada y retomada intermitentemente". La respuesta a esta incógnita (último libro del autor u obra póstuma rescatada sin su aprobación final) la hemos obtenido con la lectura del libro.
París-Austerlitz es el testimonio de la relación entre el narrador, un joven pintor madrileño abriéndose camino en París con Michel, un hombre maduro mayor que él.
El testimonio para ser más precisos es en realidad un recorrido introspectivo -autoinculpatorio unas veces, otras expiatorio- a través de esta compleja relación de amor (qué historia de amor no lo es), de dolor y de culpas soportadas y ahora compartidas.
En París-Austerlitz reconocemos a Chirbes, somos capaces de sentir su discurso. Es curiosa la sensación durante la lectura. Por un lado es fácil encontrar una coherencia literaria con respecto al resto de su obra pero, teniendo en cuenta que ha sido escrita a lo largo de los últimos veinte años, ¿Cuál es el Chirbes que reconocemos en París-Austerlitz? ¿El de sus primeras obras o el de las últimas novelas? ¿Estamos realmente ante su última creación o ante una novela de carácter transversal, que atraviesa de lado a lado la cronología creativa del autor?
Aunque no es una respuesta fácil de responder, mi apreciación personal es que la novela tiene similitudes narrativas (y discursivas) con La buena letra y Los disparos del cazador, las espléndidas obras que mejor representan su primera etapa. Breve como éstas, contundente y dura, las tres pueden leerse como testimonios de protagonistas que necesitan contarse a sí mismos el epílogo de sus propias vidas, que sirva a la vez para que sus historias sean entendidas por otros.
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La buena letra, el primer Chirbes |
Pero hay algo en París-Austerlitz que la separa de la primera narrativa del autor. Si leemos despacio, buscando intersticios entre las palabras, somos capaces de ver en el libro la misma evolución que es palpable en su obra leída de forma cronológica.
Es esto lo que hace del libro una obra única y especial: se sienten esos veinte años de escritura que hay tras sus páginas.
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Rafael Chirbes (1949-2015) |
Sí conocéis a fondo la obra de Rafael Chirbes os invito a buscar estas sensaciones leyendo París-Austerlitz. Si no es así, podéis disfrutar igual de una novela cuya mejor virtud es que contiene la honda huella de uno de los grandes narradores españoles de todos los tiempos.
Leer un nuevo libro de Chirbes ha sido un regalo soñado y hecho realidad al que desgraciadamente no nos podemos acostumbrar. Entendamos esta novela como la última palabra que la vida no le permitió pronunciar, o sigamos soñando, esperando que nada pasó en 2015 y cada cierto tiempo tendremos nueva novela de Rafael Chirbes.
Disfrutemos mientras podamos evitar que alguien nos despierte...
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