Os hablé recientemente del enorme descubrimiento que supuso la lectura de Lo que no está escrito, de Rafael Reig. Me prometí leer muy pronto Un árbol caído, su más reciente publicación, pero he incumplido la promesa en una suerte de perdonable auto traición para leer antes su novela anterior (anterior a Lo que no está escrito, se entiende), Todo está perdonado, con la que ganó en 2010 el prestigioso premio Tusquets de novela. También mi amigo @Luis_fer_Lopez me contó maravillas del libro, y su juicio no suele fallar, por lo que no lo dudé y decidí comenzar el año con esta novela que, consumada la lectura, puedo calificar de extraordinaria, equívoca y diferente. No os preocupéis que intentaré explicar sendos calificativos.
Voy a transcribir la magnífica sinopsis recogida en su contraportada:
Laura Gamazo, hija de un empresario enriquecido en plena transición, muere por envenenamiento el día de su boda. Su padre, Perico Gamazo, recurre entonces a Antonio Menéndez Vigil, agente de inteligencia retirado y protegido suyo, para que aclare el caso con la colaboración del detective Carlos Clot. Menéndez, que inicia su investigacion pendiente de los partidos de la selección espanola en la Eurocopa de 2008, sabe que Laura es la ultima descendiente de una familia de abolengo, y no puede evitar hacer el recuento de setenta anos de historia española: desde que el padre de Perico Gamazo encontró su circulo de amigos en las cárceles republicanas en plena guerra civil hasta el presente, en que sus descendientes viven en una España distinta. Así, la investigacion de la muerte de Laura se entrevera con las vidas cruzadas de unas familias emblemáticas de la trayectoria politica española que conduce al tardofranquismo y la restauración borbonica, la historia de quienes ganaron la guerra y se aseguraron de que sus hijos ganaran tambien la paz
He tenido la tentación de comenzar mi reseña con una frase del estilo "con la excusa de un asesinato y de una trama con mimbres de la mejor novela negra, Reig hace un novelístico pero riguroso (y minucioso) relato de la España de los últimos 70 años, poniendo especialmente el foco en la Transición, ese periodo lleno de tópicos y titulares del que hasta hace poco algunos sólo conocíamos el tópico, el relato oficial, como si para poder hablar de una película fuera suficiente con haber visto el trailer...).
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Rafael Reig |
Pues bien, interrumpo intencionadamente este comienzo - lo retomaré más tarde - porque si construyera mi opinión sobre él podría ser injusto con el verdadero valor de la novela. Porque aún asumiendo la premisa de que la novela negra es un mcguffin, una excusa para arrullar al lector y contarle otra cosa, el autor no sólo no la descuida sino que acaba construyendo una historia redonda, enorme. El asesinato de Laura Gamazo es en sí mismo el argumento de un libro que se hubiera sustentado sin ninguna derivación más.
Pero hablamos de Rafael Reig, escritor de piezas únicas, diferentes. Por eso hay mucho más. Por eso el hecho de que la historia tenga lugar en un Madrid distópico donde en lugar de calles de asfalto hay canales navegables es parte del atrezzo (no encuentro ningún significado más allá). Por eso la utilización del desarrollo de la Eurocopa de 2008 (aquella en la que dejamos de ser eternos perdedores) como telón de fondo de la parte de la historia actual (cada capítulo es una eliminatoria) le da al libro un "tempo" narrativo muy acertado.
Retomo el hilo.. Porque el gran valor de la novela, además de esas cualidades poliédricas (varias novelas en una, engranadas a la perfección), es la reconstrucción quirúrgica de nuestra historia reciente (guerra civil, posguerra, transición, democracia) a través de la familia Gamazo (abuelo, padres, hijos, con su hija Laura asesinada), una de las -como define Reig- doscientas familias que controlan España independientemente del régimen político vigente. Y ahí es donde el autor salda cuentas con la "inmaculada transición" (no sin mala leche), porque es en este periodo en el que se garantizó que los poderosos de la dictadura siguieran siendo poderosos: ellos mismos o a través de sus descendientes. Y con el correspondiente lavado de cara, con la camisa limpia, por supuesto. Se trataba no sólo de un discreto "trasvase de poderes", sino de la conquista de la democracia como cierre perfecto de los que conquistaron 40 años antes la dictadura. Repito la frase que más me ha gustado del libro y que se menciona en la contraportada, ya que supone el mejor resumen de esta versión cruda de la transición: es la historia de los que ganaron la guerra y los que se aseguraron de que sus hijos ganaran la paz. Y, añado, tienen nombres y apellidos.
Eso es lo que se nos cuenta, a través de Antonio Menéndez Vigil, agente de inteligencia retirado al que recurre Pedro Gamazo para investigar el asesinato de su hija, y de Carlos Clot, detective Marlowiano que salpica al libro de los ingredientes de la mejor novela negra.
Para muchos la mejor novela de Rafael Reig. Para mi un nuevo estímulo para seguir leyéndole, y la confirmación de encontrarme ante el presente con mayúsculas de las letras nacionales, de las verdaderamente necesarias. Las valientes, las que no se escriben pensando en la galería. Las que, en definitiva, construyen lo que somos y lo que soñamos.
Leed, comprad, regalad, recomendad, robad Todo está perdonado. Merecerá la pena.
Definitivamente voy a adelantar a Reig en mi lista de lecturas. Próxima parada.
ResponderEliminarNo te arrepentirás, te lo aseguro.
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