Un niño juega en una playa. Con su lupa observa con detalle a un cangrejo. De repente, las olas traen a la orilla un extraño artilugio, parece una cámara antigua. El niño descubre un carrete. Al revelarlo descubre un mundo submarino fantástico, irreal, inimaginable. De repente, lo inesperado, la foto de una niña: un viaje, una histora, la inmensidad de lo inalcanzable, de lo infinito..
A veces aparece en nuestro devenir lector un libro que rompe todos nuestros esquemas, que nos parte en dos, que nos cambia por dentro y por fuera, que nos seduce y que nos enamora. Sé que sabéis a qué me refiero.
Se trata de libros que luego regalamos de manera recurrente, que nos hace pensar en personas especiales a las que recomendarlo, que leemos varias veces a lo largo de nuestra vida. Que forman parte, en definitiva, de nuestro ADN como lectores. Son esos libros que nombraríamos si alguien nos preguntase por nuestros libros favoritos, los que queremos, en definitiva, que nos definan.
Tengo la enorme fortuna de poder compartir con vosotros uno de esos hallazgos. El libro ha venido por sorpresa con motivo de mi cumpleaños, junto a otros libros más o menos esperados (robados con enorme cariño de mi lista de deseos). Así ha aparecido Flotante, de David Wiesner, una auténtica maravilla de esas que mi mujer saca de vez en cuando de su chistera y me deja boquiabierto.
A veces aparece en nuestro devenir lector un libro que rompe todos nuestros esquemas, que nos parte en dos, que nos cambia por dentro y por fuera, que nos seduce y que nos enamora. Sé que sabéis a qué me refiero.
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Un momento de Flotante, el descubrimiento, la sorpresa |
Se trata de libros que luego regalamos de manera recurrente, que nos hace pensar en personas especiales a las que recomendarlo, que leemos varias veces a lo largo de nuestra vida. Que forman parte, en definitiva, de nuestro ADN como lectores. Son esos libros que nombraríamos si alguien nos preguntase por nuestros libros favoritos, los que queremos, en definitiva, que nos definan.
Tengo la enorme fortuna de poder compartir con vosotros uno de esos hallazgos. El libro ha venido por sorpresa con motivo de mi cumpleaños, junto a otros libros más o menos esperados (robados con enorme cariño de mi lista de deseos). Así ha aparecido Flotante, de David Wiesner, una auténtica maravilla de esas que mi mujer saca de vez en cuando de su chistera y me deja boquiabierto.
No sabría definir con exactitud Flotante. ¿es una novela gráfica sin palabras? ¿es simplemente un libro ilustrado? ¿es para niños? ¿es para adultos que no quieren dejar de ser niños? ¿es un libro mágico inclasificable?
Sin duda es todo eso y mucho más. Es la historia que os he contado al principio. Pero ese es sólo el principio. Flotante nos hace recordar las grandes historias, esas que se cuentan sin palabras. Porque sí, es un libro sin palabras. No hacen falta, aunque las palabras están, flotan en la historia, y brotan espontáneamente en la cabeza del lector.
Su autor, David Wiesner, ha supuesto para mi un enorme descubrimiento. Su talento reside en contar historias sin palabras. Algo tan sencillo y tan complejo a la vez. El dibujo de Wiesner es todo lo que necesitamos para vivir, sentir y entender la historia en su plenitud.
Como os decía antes, Flotante forma parte de las obras inclasificables, cuya genialidad impide agruparlas junto a otras de géneros más reconocibles. Sólo encuentro una forma de clasificarla: junto a otras obras geniales, raras y únicas; en ese baúl donde guardamos obras como El Principito, las películas de Miyazaki, Alicia en el país de las maravillas, los primeros minutos de Up (esa maravillosa historia que tampoco necesita de las palabras)..
Qué paradójico ha sido intentar transmitir con palabras toda la magia que encierra un libro como Flotante, tantas palabras para un libro que no las necesita. Es un placer hacer este tipo de recomendaciones, porque tengo la seguridad de que si sentís curiosidad y acabáis leyendo a David Wiesner, me lo contaréis y me lo agradeceréis. Yo ya estoy deseando leer Martes, o su versión de Los Tres Cerditos, libros que parecen confirmar que nos encontramos ante un autor destinado a cosas importantes en el tan a menudo inclasificable mundo de la creación literaria.
Lo necesito!!
ResponderEliminarVuelvo a esta entrada tras "leer" el libro. Lo pongo entre comillas porque en realidad este libro no se lee, se vive, se disfruta, se aprende y se lleva en el alma. Se necesita una sensibilidad especial para crear este libro; no cabe duda de que su autor merece un destacado lugar en nuestras estanterías. Lo seguiremos.
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