Tenía una deuda pendiente con Fernando Arrabal. Autor imprescindible para entender la literatura y el teatro -sobre todo el teatro - español del siglo XX, había sido olvidado por completo en mis más de tres décadas de experiencia lectora.
Curioso caso el de Arrabal, porque me consta que mi olvido no es un hecho aislado. Conozco a muchísimos buenos lectores que no han leído a Arrabal. Tampoco en el instituto (y eso que yo pertenezco a la generación supuestamente privilegiada de los 70-80, donde todavía había profesores que transmitían su pasión por la literatura, esos maestros que conforman una especie en extinción) me fue descubierto este autor, a pesar de que la trascendencia de su obra parecía merecer tal mérito.
Parece ser el de Arrabal uno de tantos casos en el que no se es profeta en su tierra y sólo recibirá los honores recibidos dentro de muchos años, cuando ya no esté entre nosotros. Honores, por cierto, de los que ya ha disfrutado en Francia, donde se le considera una eminencia, habiendo recibido la Legión de Honor, máxima distinción en el país.
Nunca es tarde si la dicha es buena, así que he decidido conocer la obra del autor. He comenzado por una de sus novelas más célebres, ganadora del Premio Nadal en 1982, La torre herida por el rayo.
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Portada de la editorial Destino de La torre herida por el rayo |
La temática de la novela me atraía enormemente. Se trata, según rezaba la sinopsis, de una historia de intriga y pasiones entre dos jugadores alrededor de una partida de ajedrez.
Efectivamente, y de forma muy sintética, de eso trata la historia. Elías Tarsis y Marc Amary se enfrentan por el campeonato del mundo, que tiene lugar en París, a una partida de ajedrez que es, por muchas razones, y más allá de la importancia de la propia partida, mucho más que una simple partida.
Porque tanto Tarsis como Amary despliegan todo lo que son y todo lo que han sido en la vida en el tablero. Porque son mucho más que enemigos, son antagónicos en muchos aspectos: Tarsis es impulsivo, creativo e imperfecto (e impreciso), mientras que Amary es calculador, analítico y con un razonamiento de naturaleza eminentemente matemática; ambos con oscuro pasado (que sale a la luz en las mentes de los jugadores a lo largo de la partida) Tarsis se presenta como hombre bueno y con sentido de la justicia, mientras que Amary vendría a representar al criminal, a la maldad como concepto (¿es realmente así o es lo cómodo como lectores y como espectadores de esta apasionante partida?).
Esta guerra cruenta entre dos enemigos irreconciliables se representa en sus mentes (somos testigos de todo lo que pasa por sus cabezas), fuera de la partida (en una trama apasionante y cargada de intriga que prefiero no desvelaros), en sus pasados (que se nos presentan como otra guerra paralela donde ninguno sale bien parado) y en el propio tablero de juego (no olvidemos que todo se desarrolla durante la partida).
Aunque no es necesario tener conocimientos ajedrecísticos para leer la novela, si se poseen se disfruta muchísimo más, porque la partida, entremezclada en la novela, se nos muestra jugada a jugada de principio a fin, lo que supone un auténtico placer para el lector iniciado. Cada movimiento, cada error o cada intención se nos muestra como una forma de jugar pero también como una forma de vivir y de entender la vida. Como dijo Bobby Fischer interpelando a alguien que dijo que "el ajedrez es como la vida": "el ajedrez es la vida".
Hacía mucho que no disfrutaba de una manera tan total una novela: divertida, enriquecedora, profunda, compleja y a la vez simple (está llena de dobles lecturas), costumbrista (veo reminiscencias del mejor Baroja), pero también provocadora y radical.
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Fernando Arrabal |
Termino recomendándoos encarecidamente la lectura de La torre herida por el rayo, en el caso de que no la hayáis leído, ya que si lo habéis hecho os parecerá una recomendación obvia.
Como os podéis imaginar, seguiré explorando en la obra del autor y os lo contaré en el blog. De momento, me he hecho con otros dos libros que estoy deseando leer: una compilación de sus primeras obra de teatro (Picnic, El triciclo, El laberinto, de Ed. Cátedra) y una reciente publicación de sus cartas públicas a personajes célebres (Las Cartas de Arrabal, Ed. Reino de Cordelia).
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Portada de Las cartas de Arrabal |
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Portada de Picnic-El triciclo-El laberinto |
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