Siempre es un placer para mí hablar y recomendar un libro que me ha hecho disfrutar, que ha hecho que me olvide durante su lectura de la realidad. Eso es exactamente lo que me ha ocurrido con Las Ganas, la última novela de Santiago Lorenzo.
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Portada de Los Huerfanitos |
Como ya contaba en la entrada sobre El Monstruo de Hawkline, siempre le estaré agradecido a la editorial Blackie Books, gracias a la cual he conocido grandes obras que de otro modo habrían pasado desapercibidas para mí, entre ellas las de este magnífico escritor. Tan sólo con este libro y con sus dos anteriores novelas, Los Millones y Los Huerfanitos, Santiago Lorenzo ha conseguido lo que sólo unos cuantos escritores consiguen, y generalmente tras mucha más obra escrita a sus espaldas.
Las Ganas cuenta la historia de Benito, un químico residente en Madrid, modesto autónomo propietario de una empresa de tres empleados – una familia – al borde permanente de la quiebra, cuya única oportunidad de prosperidad se concentra en el Mocordo, producto de invención propia que tiene la virtud de regenerar milagrosamente la madera. A Benito vive en una especie de tormento permanente por varios motivos: el reconocimiento profesional que nunca acaba de llegar, la casa en la que le ha tocado vivir (herencia de su difunta abuela) por la que siente “asquito”, y por encima de todo, el centro de su tormento, se cumplen ya tres largos años sin mantener relaciones sexuales. Este desdichado hecho no sólo le marca, sino que en sí mismo se convierte en el principal obstáculo para romper el maleficio. Esta obsesión, como todas las obsesiones, acaba por imposibilitarle mantener una relación social de cualquier tipo en la que el sexo entre en mayor o menor medida en juego. Hasta el hecho de nombrar el tema le resulta un problema, y ha inventado un nombre alternativo al coloquial “follar”: “porlar”.
Con este planteamiento inicial arranca una historia entrañable, la de Benito, al que acompañaremos en sus penurias, en sus anhelos frustrados, en sus miserias diarias, pero también en sus pequeñas alegrías, en sus pequeños triunfos, y en su peculiar (no podía ser de otra forma) y memorable modo de encontrar el amor.
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Santiago Lorenzo |
Las historias de Santiago Lorenzo me recuerdan a los dramas agridulces disfrazados de comedias de las películas de Billy Wilder, de Carlos García Berlanga, de las novelas de David Trueba. Es decir, de los mejores, de los que más me han hecho reír, llorar y pensar al mismo tiempo. En el Benito de Las Ganas reconozco a miles de personajes anónimos (tan reales, tan de ficción) que podemos cruzarnos por las calles de cualquier gran ciudad, protagonistas de novelas nunca escritas, de vidas que autores como Santiago Lorenzo, como los antes mencionados, nos demuestran que merecen ser contadas.
Son los actores "poco memorables" de la canción de Nacho Vegas, los que escriben los subtítulos de la historia, los que no podremos leer nunca en los libros de historia pero que cuentan nuestra historia, y por eso se hacen tan necesarios..
Nacho Vegas, Actores Poco Memorables (2014)
Siempre he pensado en la mala utilización que generalmente se hace de la etiqueta "post-humor", empleada de manera forzada para definir lo indefinible: el humor que nos hace reír por dentro, o reír después, horas, días mas tarde, o simplemente sonreír en lugar de reír, o no reír cuando se pretendía lo contrario (o al revés). Pues en Santiago Lorenzo descubro la parte más honesta del término, y lo hago convencido de que su obra nunca formará parte de ninguna lista de post-humoristas, de la que muchos inteligentemente reniegan.
Te invito a que leas Las Ganas, y descubras a un autor extraño y auténtico que no me canso de recomendar, de una editorial, Blackie Books, que no deja de darme alegrías en cada nueva publicación.
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